Extractos de "Satori"

Les presentamos unos extractos de la obra de antropología sobre la Cultura Nipónica y los misterios y conocimientos del lejano Oriente, Satori, del escritor Ernesto Barón.

ernesto baron satori

El "País del Sol Naciente" como también se le llama al Japón, está dedicado en honor a la Diosa Solar Amaterasu, Madre sacratísima del pueblo japonés.

Para los místicos Shintoistas, la vivencia continua del Sol Naciente es el primer acto ritual del seguidor de la Vía de los Kami. Esta es la reverencia que hacen a los primeros rayos energéticos que despuntan al amanecer, Goraikó.

El Geisha es un Ave mitológico creador del arte y la belleza, por eso está asociado ancestralmente y directamente a la mujer japonesa.

Arte y Espiritualidad son el mensaje de un arreglo floral japonés llamado “Ikebana”, el cual está fundamentado por el Prajna o principio de vida trascendental. En el Ikebana las flores deben arreglarse de tal manera que nos recuerden a la sencillez de los lirios del campo, cuya belleza ningún rey terrenal con toda su gloria podría alcanzar. Aún la más modesta flor, llamada “Nazuna”, es reverenciada por los artistas innatos del Ikebana.

Los Shintoistas esperan el Shogatsu o Año Nuevo japonés, dando 108 campanadas que resuenan en todos los templos. Estas son las 108 vidas reencarnantes de todo ser humano dentro de la cual gira la Rueda del Samsara o Rueda de la Vida, Tenrinjoo.

El Shintoismo tiene como centro místico el Senshu-No-Jingi, esta expresión que puede traducirse como “triple insignia imperial”, es llamado también como los Tres Divinos Tesoros. Se trata de tres objetos que la Diosa Solar Amaterasu entregó como símbolo de su misión divina en la Tierra a Ninigi-No-Mikoto, el cual transmitió a su vez a su hijo Jimmu-Tenno, iniciador de la dinastía imperial, padre mítico del pueblo japonés y profeta fundador de la religión shintoísta.

Al edificio o templo del corazón, se llega siempre por un sendero, Do, que jamás es recto. Afirman los zenistas y budhistas que dirigirse hacia la Presencia Divina en línea recta sin hacer conciencia ni reflexionar, se considera una falta de respeto.

Todos nuestros lectores deben comprender profundamente que el “Torii” o Portal de Purificación, es el que nos lleva al “Satori-Iluminación», en otros términos diríamos, al Gran Alaya del Universo, al fundamento vivo del infinito.

La Orden de los Samuráis se dio a la tarea de custodiar grandes obras como también misiones estratégicas, basadas siempre en la Fidelidad y el Respeto. Estos guerreros del Japón representan en la Tierra las manifestaciones de Hachiman-Daibosatsu, Dios shintoísta de la guerra y supremo guardián del Japón.

Los Samuráis son dentro de la historia japonesa, los guerreros y defensores del Shogun o Shogunato, que servían directamente al Emperador. La vigilancia y el constante estado de alerta en que siempre estaban, les daba una característica de hombres firmes e inamovibles en todos los momentos tanto dentro del dolor como de la misma alegría.

El objetivo central del zenismo era hacer a un lado los laberintos dialécticos y actuaciones intelectuales que encierran al hombre en el muy conocido dualismo conceptual.

Dentro de la historia del zenismo existen claramente dos escuelas básicas; por un lado está la que pertenece al método Soto y que fue fundada por Dogen. El procedimiento de esta Escuela nos conduce a la Contemplación, siguiendo la observación gradual de todos los procesos mentales, hasta poder alcanzar la reflexión serena, Mo-Chao.

Dentro de las prácticas Zen que indicamos en este libro, se distinguen con claridad las dos formas de meditación, una que es dirigida psíquicamente a la captación y transformación del mundo de afuera, y otra que va más hacia adentro.

Los distintos procedimientos Zen acompañados del Zazen y la llamada “Meditación en marcha”, forman el complemento perfecto denominado: Revolución de la Meditación.

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