El Lenguaje, Fuente de la Vida Universal

Se trata de un libro de psicología, sociología y oratoria que guía al ser humano hacia el desarrollo de un lenguaje más consciente, hasta poder alcanzar el lenguaje simple y profundo de la esencia-alma.

Como dice el autor: “Es maravilloso el cuerpo físico, pues dentro de él están las posibilidades de la palabra como el sonido universal y en la cual emite una frecuencia de sonorización parlativa que va de acuerdo a lo que pensamos o sentimos.”.

Refiriéndose a la Dialéctica de la sintonización, expresa que “cada quien según su vida busca la sintonía que mas le conviene o gusta, ... actuamos por afinidades psicológicas y similitudes en los gustos sensoriales, cada luz o antiluz aúrica tiene su nota, frecuencia, radiación, y por esa imantación las gentes se relacionan entre si.”

A continuación el autor habla sobre las distintas clases de Lenguajes, realizando un certero análisis de los lenguajes cotidiano, filosófico y mental, y de sus diferencias con el lenguaje natural y profundo de la conciencia.

En la tercera parte del libro destacan las referencias al uso de la palabra en el mundo actual, un extraordinario desarrollo sobre las características del hombre masa que no deberíamos tener, como las del gimnasta verbal, el impetuoso, el parlanchín, el demagogo, etc., así como la importancia del diálogo sincero para alcanzar una solución a los conflictos entre las personas.

Y la obra concluye con otros dos capítulos, uno sobre la Comunicación como una necesidad imperiosa y el otro se trata de un lúcido estudio sobre la confianza y las relaciones humanas, que aporta una reflexión y comprensión de muchas actitudes y reacciones que se producen en el diario vivir. Este libro viene a llenar un vacío dentro de la psicología del conocimiento personal, pues muestra y enseña de forma clara y directa algo básico en la vida de todos, como es la correcta utilización de la palabra y la forma de intercomunicación con los demás, que suponen un reflejo del mundo interior y del nivel de conciencia de cada persona.

Y concluimos con el autor: “el tiempo y la experiencia nos han enseñado que la auténtica comunicación no está en la extremada confianza ni en la escurridiza desconfianza, sino en el punto medio, y esto debería aplicarse firmemente hasta que estemos seguros de que hay una total compenetración...”.